sábado, 30 de agosto de 2008

Monólogo de un vampiro

Son las 23 horas y Jorge se levanta, su pálida piel se refleja con la luna mientras comienza su marcha. Se pierde en los bosques de Suiza, su nuevo hogar, mientras huele la tierra semi mojada por la lluvia de ayer. Su paso es ligero y silencioso, como la sombra de un errante, su cuerpo se desliza entre los árboles con maestría mientras divisa a un joven estudiante borracho, que tropezándose y abrazado de su botella de vodka lucha por llegar a casa. Jorge se acerca sigiloso, el estudiante se da cuenta de que algo sucede y afirma su billetera, los pasos de Jorge se acercan con flexibilidad felina, el estudiante queda inmóvil, Jorge le hunde sus colmillos en la tierna carne y comienza a beber su sangre que cae espesa y tibia por su garganta, Luego Jorge se para y se pierde en la niebla. Está cansado y se acuesta en la pradera, el sabe que no puede acercarse al sol, pero a sus 857 años eso poco le importa, espera tranquilo el alba y por fin es capaz de admirar los dulces rayos de sol que por centurias le fueron denegados. En ese momento Jorge sonrió, su cuerpo se fue desvaneciendo al compás del viento mientras se perdía en el mundo, por primera vez y después de 857 años Jorge está libre, por primera vez en 857 años Jorge sintió realmente el significado de la muerte.

¿Cuándo irá a terminar esta mierda? Se preguntó Jorge, estoy cansado de lo mismo, maldigo el día que viajé representando a España en las cruzadas y ese sarraceno hijo de puta me convirtió en esta bestia. Mi vida desde entonces ha sido una agobiante monotonía, semana a semana salgo en busca de alimento mientras el mundo duerme, la luna es la única compañera que me aligera esta maldición que cargo a mis espaldas, cada vez que entierro mis colmillos en un distraído humano siento su alma perderse en el infinito. Aunque pensandolo bien algunos se lo merecen, políticos corruptos y viles pedófilos, a veces creo hacerle un favor al mundo, y me siento como un héroe ante ese tipo de personas.
Nadie sabe lo que siento yo, he visto levantarse imperios y caerse como granito, he visto grandes promesas y grandes mentiras, los pocos amigos humanos que se me han acercado, se arrugaron y yacen bajo tierra como abono de gusanos, el mundo gira con rapidez sin embargo no siento el movimiento, mi vida carece de sentido, vivo de la muerte del resto, odio mi amarga existencia pero me aterra el hecho de salir al sol y desvanecerme en el aire, no sé que hacer, no sé si algún día llegaré a sentir lo que los humanos llaman amor.
Recuerdo con esfuerzo como era mi vida antes de ser un muerto viviente. Mi padre un granjero y mi madre una costurera, hicieron de mi infancia un momento espectacular. Recuerdo jugar a los espadachines con armas de madera junto a mi hermano Fernando, con la misma energía crecimos y juntamos el dinero para acompañar a los cristianos en la búsqueda de recuperar Jerusalén, un día un Sarraceno entró en nuestro campamento en la noche, su fuerza era mítica y su destreza envidiable, recuerdo que asesino a mi hermano y que se abalanzó sobre mí, en aquel momento logré quitarle su espada de medialuna y lo tomé del cuello, luego largos colmillos crecieron en sus dientes, su boca se posó en mi cuello y luego todo se nubló, el resto es historia, desperté convertido en un demonio, un animal… un vampiro.
Luego comencé a conocer a los de mi clase, si es que encontraba alguno, pero poco a poco me di cuenta de que estaba más solo. Tuve una novia, pero ella no sentía este pésame que llevo a cuestas, para ella la vida del vampiro era pura diversión, noches de fiesta, sexo y cuellos ensangrentados. Para mí el asunto era distinto… ahora que lo pienso nunca me sentí bien siendo vampiro, añoro los días de juegos y relatos frente al fuego, siento que no puedo más… he tomado una decisión, tomaré una vida más y luego acabaré con la mía.
¿Qué es eso entre los bosques?, ¿Es un humano? Si lo es… mi última víctima, veo que está borracho, tanto mejor, el alcohol en su sangre me dará un momento más placentero, muerdo su cuello y me alimento de su último soplo de vida, sigo caminando, estoy cansado, muy cansado, llevo caminando casi un milenio sin poder descansar. Llego a una ladera, se parece mucho a las que corría en mi niñez… comienzo a sentir miedo, ¿Qué será de mí? ¿Tendrá el paraíso un espacio para este nómada asesino? Da igual, cualquier cosa es mejor que esto, comienzo a sentir los pájaros cantar ¡Cuántos años sin ver a estas criaturas! ¡Al fin me siento vivo! Veo despertar los animales, escucho cantar al rocío, que sensación más fascinante, detrás de la montaña siento que viene la luz, rezo un avemaría, tanto tiempo esperado, tantas luchas perdidas y ganadas, cuantas vidas quitadas y familias apenadas, todo se reduce a su fin, la luz baña mi cuerpo, es algo indescriptible, no siento pena, no siento dolor, finalmente siento paz.

jueves, 28 de agosto de 2008

El que no ha visto televisión, que tire la primera piedra

Una ávida crítica a la televisión, que tomando en consideración aspectos de nuestra idiosincrasia, intenta descubrir por qué es como es la televisión, y por qué es tan difícil cambiarla.
Algunos la llaman “caja tonta”, Cristián Warnken “horno crematorio azul”, la RAE la define como “Transmisión de la imagen a distancia, valiéndose de ondas hertzianas” y nosotros la llamamos televisión. Lo cierto es que hay muchos nombres y adjetivos para describir este aparato que vino para cambiar la historia del siglo 20 (y por cierto la del 21), pero ¿Sabemos realmente lo qué es?, o más aún ¿Sabemos con certeza para qué la queremos?
Si de algo estamos seguros es que la televisión pasó a ser un agente cotidiano en la actualidad, la gente llega del trabajo a verla, los niños no se despegan de ella y gran parte del país se hipnotiza de de 8 a 9 de la noche disfrutando de teleseries mientras se maravillan con los enredos sentimentales ajenos e inventados. La penetración de este medio de comunicación audiovisual es impresionante, pero lamentablemente no ha sido para bien.
Las funciones de la televisión son: Formar opinión, educar, informar y entretener. Es paradójico que a pesar de existir cuatro funciones que debieran ser cumplidas equitativamente, sólo la última se lleve gran parte de la torta. La televisión dejó de ser un aparato auxiliar de la cultura, sino que privó de cierta manera a la gente de la misma, la excesiva entretención audiovisual inhibe a los niños a imaginar y crear juegos para entretenerse, la falta de imaginación va de la mano con la falta de creatividad y curiosidad, lo que curiosamente (valga la redundancia) hizo a la gente levantarse a conocer y entender al mundo. Pascal criticó a los aristócratas franceses del siglo 17 por pasárselas de juerga y nunca cuestionarse ni hacerse preguntas importantes, pero poco sabemos que hoy estamos aún en peores circunstancias que en los tiempos de Pascal, pues ya no sólo evitamos pensar de forma colectiva discutiendo nimiedades, en el siglo 21 evitamos el pensamiento solos, casi de forma autista, frente a la brillante pantalla del televisor.
Si bien la televisión no ha aportado al fomento de la cultura como todos esperamos, el problema no es sólo el de ella, sino de todos nosotros que la consumimos, no existe Frankenstein sin su doctor y creador, por lo que no existe la TV sin el ser humano. Algo muy interesante sobre la televisión, es que de cierta forma logra reflejar en gran parte la sociedad, lo burdo abunda, lo libresco no “prende” y todo es repasado con una alarmante superficialidad. La manera de ver TV demuestra en gran parte como vive la sociedad en este mundo globalizado, la velocidad es imperante, sólo lo que produce es útil y lo que no desechable (por Dios que hay basura en el mundo), esto podríamos llamarlo como bien diría Warnken la cultura del “Zapping”, expeditivas pinceladas sin capacidad de llegar a lo profundo ni a la médula de asunto alguno, todo se toca con ligereza y rapidez, ¡Pero cuidado con detenerse a analizar! Pues el mundo acepta cuotas pero no críticas y los rebeldes son comercializados y adaptados para el “entertainment”.
Al parecer que esta cultura televisiva, o más bien “Cultura Huachaca” como la llamaría Pablo Huneeus, no sólo es un monstruo creado por nosotros, sino también nosotros nos hemos vuelto esclavos del mismo, como en “Yo, robot” de Isaac Asimov, nuestra creación se volvió en nuestra contra y no hay aparente manera de controlarla, pero me refiero a un control racional, ya que nosotros de algún modo obedecemos a nuestro inconciente, el cual es manejado por una fuerza subliminal aún mayor… la publicidad.
Según mi análisis, el problema principal de la televisión radica en el momento justo cuando ésta contrajo matrimonio con la publicidad. En este matrimonio una parte pone el dinero para la subsistencia del otro, mientras que éste último tiene el deber de obedecerle. El gran dilema es que hoy la televisión se mueve básicamente por los patrones de la oferta y la demanda. Lo que tiene rating (sea o no basura) recibe dinero y publicidad, lo que no tiene rating (aún siendo un programa cultural de peso y no una discusión de futbolistas con modelos) es desechado como un plato roto. La importancia de la publicidad en la TV distorsionó lo que ésta era en su esencia, y lo que debió ser una buena novela audiovisual (Entretenida y educativa), terminó siendo una sangrienta lucha de gladiadores, donde lo ganador (ojo, no siempre lo mejor) se mantiene y lo que no sirve es arrojado a la fosa sin sutileza alguna.
Ante este escenario la solución expuesta por Huneeus en su libro “La Cultura Huachaca” sería la más lógica, ésta es crear un impuesto para la “buena televisión”, lo que sería una suerte de “salvavidas”, ya que no dependería de la publicidad ni de los ratings para crear productos de calidad. Lastimosamente para todos, Alejandro Navas descarta esta opción, pues dice que eso se ha intentado y no ha tenido los resultados esperados, básicamente por que no tiene sentido mantener algo que el público exige pero a la vez ignora, por lo mismo deberíamos ser honestos y como consumidores aceptar nuestra culpa en lo que juntos hemos creado. El que no ha visto TV, que tire la primera piedra.

viernes, 1 de agosto de 2008

Pasado/Hegel, Presente/Heidegger y Futuro/Parra

Antes de comenzar mi escrito, voy a dejar dos citas textuales que me harán más fácil la tarea de exponer mi idea sobre un tema "más viejo que el hilo negro" y este es el controversial "El Pasado, Presente y Futuro".

Para empezar dejaré con ustedes algo de Nicanor Parra:

Ultimo Brindis /Nicanor Parra
Lo queramos o no sólo tenemos tres alternativas:
el ayer, el presente y el mañana.
Y ni siquiera tres porque como dice el filósofo
el ayer es ayer nos pertenece sólo en el recuerdo:
a la rosa que ya se deshojóno
se le puede sacar otro pétalo.
Las cartas por jugar son solamente dos:
el presente y el día de mañana.
Y ni siquiera dos
porque es un hecho bien establecido
que el presente no existe sino en la medida
en que se hace pasado y ya pasó...como la juventud.
En resumidas cuentas
sólo nos va quedando el mañana:
yo levanto mi copa por ese día
que no llega nunca pero que es lo único
de lo que realmente disponemos....

La otra cita textual corresponde al libro "La extraña figura antropológica del hombre de hoy" de Armando Roa, donde dice:
"Además de respetables por sí mismas, lo son por lo que llegarán a ser, o por lo que fueron, ya que en el hombre los cuatro momentos de temporalidad: pasado, presente, futuro- y la parte e cada uno que se introduce en el otro para darle vigencia-, están activamente ahí sosteniéndolo en lo que es, constituyendo aquello que Heidegger ha llamado con la palabra clave de su pensamiento, la presencia. Nadie podría ser si su pasado fuese algo dejado atrás y no estuviese activamente dándole luz a su presente, y si su futuro no estuviese también activamente moviéndole a realizarse, proponiéndole posibilidades múltiples, llevándole a ser más ser que lo que es. En el hombre, desde el punto de vista biológico, esa presencia aparece en el momento de la fecundación del óvulo, pues el óvulo fecundado contiene ya el código genético que habrá de regir su organización y funcionamiento psicocorpóreomientras viva, y que como se sabe es único e irrepetible para cada individuo y lo suficientemente plástico para recibir y trabajar las influencias de la naturaleza, de la cultura y del espíritu."
Como leyeron en la cita inmediatamente anterior (con la cual me siento muy cómodo), me gustaría decir que discrepo con las "3 alternativas" iniciales que menciona Nicanor, ya que mi punto de vista es similar al dialéctico impuesto por Hegel, el cual indica que todo es un proceso, que la historia no es lineal sino un espiral el cual es el "espíritu", con eso quiero decir que al no ser la historia lineal, tampoco lo es el pasado, luego el presente y posteriormente el futuro, sino que estos 3 elementos se mezclan ya que ambos participan de un todo. Como dice la cita respecto a Martin Heidegger, el pasado influye en gran medida nuestro presente, lo que desmiente la popular frase "pasado pisado", ya que ese pasado, olvidado e inútil para efectos posteriores para muchos, es en realidad la base de lo que vivimos en el día a día. El futuro no se escapa mucho de esto, ya que si bien es un espacio temporal incierto, todo lo que hacemos en nuestro presente va pensado a futuro, ya sea esto a largo plazo (estudiar una carrera, tener hijos etc..) o a un plazo tan corto e inconsciente como dar pasos para desplazarse.
Con todo esto quiero decir que no existe tal cosa como un pasado, un presente y un futuro lineal, sino que todos estos son en el fondo una maquina de esquisitos engranajes y no seres autónomos sin capacidad de influenciarse entre sí. No voy a ahondar en temas físicos o específicamente de física cuántica (sobre el orden o desorden que impera en las leyes físicas), pero si creí oportuno cuestionar esos órdenes a los cuales nos vemos sumergidos día a día, como lo son los espacios temporales. Si bien la conclusión de Nicanor fue que sólo nos queda el futuro, yo digo que el acertó a que los espacios temporales no son 3 sino solamente uno, pero erró ,creo yo, al llamar a este único espacio temporal "futuro".

Aswan, Egipto

Aswan, Egipto

Nueva Delhi, India

Nueva Delhi, India