Congenia sus estudios de Ciencias Políticas con la coordinación de la campaña. Salvador Muñoz no sólo sueña con ver a Arrate en La Moneda, también busca renovar la dispersa izquierda chilena.
“A parar, a parar, el saqueo ambiental”. Son las once de la mañana en la Plaza Chacabuco y hay alrededor de 70 personas reunidas frente al teatro “Universidad de Chile”. Un adolescente de camiseta morada reparte afiches alusivos a “Patagonia sin represas”, un movimiento que se opone a las centrales hidroeléctricas que se quieren poner en la Patagonia debido al daño al ecosistema que eso provocaría. En ese momento un hombre barbado y de lentes, que aparenta tener 50 años, habla a través de un megáfono pidiendo el apoyo de los transeúntes.
Un poco alejado del tumulto se encuentra sentado en unos grandes maceteros un joven con camisa azul, un jóquey verde y una polera blanca que dice “súmate”. Su nombre es Salvador Muñoz y, con sólo 23 años, es el coordinador de la candidatura presidencial de Jorge Arrate.
Dedicación Full Time
“Lo primero que hago después de desayunar es ir al comando”, afirma Salvador. Al llegar, revisa la prensa y luego parte a alguna actividad, ya sea esta una marcha en la calle o algún foro universitario. No descansa hasta las 11 de la noche, cuando acaba su jornada.
Pero la vida de Salvador no se resume a estar en terreno haciendo campaña para su candidato Es estudiante de Ciencias Políticas en la Universidad Diego Portales y está terminando sus tesis economía de estados. El congeniar sus estudios con las responsabilidades políticas no ha sido simple, “estos últimos meses han sido muy difíciles, estoy todo el día haciendo algo agrega.
A pesar de su corta edad y no pertenecer a una familia que participe activamente en política Salvador sabe lo que quiere y rodaje no le falta. “Hemos estado en universidades desde Antofagasta hasta la Austral en Valdivia, haciendo debates y foros de discusión para difundir sus ideas, “hasta en la Adolfo Ibáñez aunque no lo creas” comenta entre risas.
En seguida, afirma que lo que más le ha llamado la atención de los foros son los representantes de Marco Enríquez-Ominami: “Es el más derechista, quiere privatizar todo Chile”, afirma.
A marchar se ha dicho
Alrededor de Salvador, comienzan a llegar distintos jóvenes con banderas que rezan “Izquierda 21”, un movimiento que empezó, el 2008 como una disidencia de la Juventud Socialista, pero que hoy cuenta con alrededor de cien adherentes de diversos sectores políticos (no sólo militantes) que buscan formar, tal como dice el nombre del grupo, una nueva izquierda del siglo 21. “Salva siempre te pones la chapita al lado contrario dice María Paz Aguilar, vocera del movimiento, mientras le ordena la pequeña placa de “Izquierda 21”. Cinco minutos después, todos los jóvenes que Salvador logró reunir sonríen y se paran: empezó la marcha y es hora de moverse.
Banderas azules, blancas y naranjas se menean en el aire. Un grupo de baile nortino de Antofagasta, al ritmo de la batucada, anima al tumulto de gente que se mueve hacia el frontis de la facultad de Derecho de la Universidad de Chile. “¿Ves toda esta gente?” dice Salvador, “Son todos jóvenes y se mueven por lo mismo”.
El grupo es colorido, y se encuentran desde niños, hasta adultos repletos de canas. También se divisan banderas de partidos políticos, como la Juventud comunista, el PPD y el Partido Humanista. Además agrupaciones medioambientales y hasta un peculiar grupo de personas con overoles rojos que piden un “mundo sin guerras”.
“Colbún, Endesa, ni ahí con tus represas”, gritan fuertemente los manifestantes. Mientras tanto, Salvador y “Izquierda 21” se mueven entre la gente, los autos que pasan aportando sonoros bocinazos que se perdían en el aíre, pero esto no duraría más de 15 minutos. Un poco pasado Pio Nono con Bellavista, un grupo de carabineros llamó a la marcha a ir a otro lado. “Vamos para la otra, esta se está acabando” dice Salvador, y su grupo se encamina a la Alameda: Es el día nacional de los detenidos desaparecidos, y es hora de marchar hacia La Moneda.
Lejos de los tambores y silbatos, la nueva marcha cambia de color. Ya no se escuchan cantos, sino viejas consignas comunistas. El multicolor dio un paso a un predominante color rojo y las caras de alegría cambiaron a un caleidoscopio de orgullo, resignación, tristeza y esperanza de que se haga justicia
“Vez lo que digo”, dice Salvador. “Son dos izquierdas, una es transversal y joven, mientras que ésta es más tradicional. Mi idea es unir a las dos, crear un mix”. Aún cuando sus deseos son sinceros, él conoce los límites de sus propuestas: “hay resistencia a las nuevas tendencias, pero es por eso que me gusta Arrate, es el que más abre las puertas a este diálogo”.
Junto los diversos lienzos que dicen “Amnistía internacional”, “Clase contra Clase”, entre muchos otros, se escuchan y gritos a favor a de la causa Mapuche. Claudia, una simpatizante de Arrate comenta que el candidato aperra con todo: no está marchando acá, pero sí lo está haciendo en Concepción. “Esto lo contrasta con los otros candidatos ya que casi ninguno sale a la calle” concluye.
Tensión, lágrimas y Folklor
Pasada la casa Central de la Universidad de Chile y a metros de La Moneda, la marcha para repentinamente. Los manifestantes se miran perplejos, ya que aún siendo una marcha autorizada, un grupo de carabineros se encuentra bloqueando el paso. Salvador se agrupa con los de “Izquierda 21” y aconseja a una militante, que se encuentra acompañada de un niño, que se vaya por si hay conflictos.
Los ánimos comienzan a caldearse y algunas personas comienzan a cantar en contra de los carabineros “esa policía verde…”. Un joven se pasea como un león enjaulado y grita que esto es una provocación. Salvador se ríe irónicamente y comenta “¿Para qué nos ponen un escenario si no nos van a dejar pasar?”. En seguida, un dirigente de la marcha se reúne con un par de carabineros, mientras que todos siguen atentos. Los efectivos se hacen a un lado y todos renuevan la marcha.
La marea de manifestantes desemboca en un escenario frente a La Moneda. La animadora alienta a todos lo que concurren a la cita y presenta un grupo musical compuesto por familiares de los detenidos desaparecidos. “La izquierda 21” se sienta en el pasto y conversa con el resto de los presentes. Luego de un rato, Salvador, Claudia y el resto se despiden, y con el canto de Inti Illimani de fondo, se pierden en la Alameda.
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